viernes, 6 de diciembre de 2013

LA MURGA

La murga uruguaya tiene su origen vinculado a la murga de Cádiz, donde según cuenta la historia a principios del siglo XX llegó hasta Uruguay una chirigota llamada “La Gaditana que se va”.
Hasta ese entonces las agrupaciones del carnaval más parecidas a lo que es la murga uruguaya de hoy en día se llamaban “troupes”, que eran conjuntos que interpretaban canciones con ritmos musicales clásicos. Las murgas del Uruguay tienen un formato similar a las murgas españolas de Tenerife, Islas Canarias y de Las Palmas, siendo una especie de óperas donde se combinan letras de humor y protesta, músicas, arreglos corales, puesta en escena, vestuario y maquillaje.
El carnaval uruguayo es una de las máximas expresiones culturales del país y se desarrolla durante todo el mes de febrero y los primeros días de marzo, donde además de corsos y escenarios en los barrios se lleva a cabo un concurso oficial con jurado y premios. Las diferentes etapas del concurso se desarrollan en un hermoso escenario de la ciudad de Montevideo llamado “Teatro de Verano”, cuyas instalaciones pueden recibir hasta 5.000 espectadores. Cada noche de carnaval el teatro se ve colmado de público.
La murga uruguaya está compuesta por 17 integrantes en escena, divididos de la siguiente manera: un director escénico, 13 cantantes y tres integrantes de la batería. El director es el encargado de pasar las diferentes tonalidades de las canciones e ir dirigiendo y llevando el ritmo del espectáculo, tal como lo hace un director de coro.



Canciones y música de la murga uruguaya

Los 13 cantantes del coro se dividen por “cuerdas” según las diferentes tonalidades de voz, desde los tonos más bajos que justamente se llaman bajos, seguido por los segundos, primos, sobreprimos y tercia. La batería utiliza básicamente tres instrumentos que son platillos (charleston Nº13 o 14), redoblante (tambor de batería) y bombo.
Los ritmos más tradicionales que se tocan son “la marcha camión” que es un ritmo autóctono uruguayo, el candombeado que está relacionado con el candombe que desciende de Africa y combinaciones de plena, marchas y malambos.

SOMOS EL MUNDO


El día llegó 
No hay momento que perder
Hay que buscar unir el mundo de una vez 
Tantos necesitan un nuevo amanecer 
Hay que ayudar 
Tenemos el deber  


No hay que esperar 
Que sea el otro el que va a actuar
Cuando el dolor a tu puerta pueda tocar 
Al estar unidos no hay nada que temer 
Para triunfar 
Tenemos que entender 



Somos amor, somos el mundo 
Somos la luz que alumbra con ardor lo más oscuro 

Llenos de esperanza
Podemos rescatar 
La fe que nos puede salvar
Juntos tú y yo 


De Corazón
Que sepan que importantes son 
Que su pesar sentimos todos también 
Y que no están solos, queremos ayudar 
Con compasión, firmeza y hermandad 


Somos amor, somos el mundo 
Somos la luz que alumbra con ardor lo más oscuro  

Llenos de esperanza 
Podemos rescatar 
La fe que nos puede salvar 
Juntos tú y yo   


Cuando alguna vez te canses de luchar 
Recuerda aquí estaré a tu lado sin dudar 
Te daré mi mano para juntos aprender 
La manera de poder vencer 

jueves, 5 de diciembre de 2013

La guerra fría

A lo largo de la Historia los seres humanos hemos construido y destruido muros por motivos: bélicos, económicos, políticos, etc.
Algunos de ellos son:



Uno de los muros más conocidos en la Historia del siglo XX es el llamado:


"Muro de Berlín"

Sabemos de este muro que fue construido y luego destruido.


LA GUERRA FRÍA



La llamada "guerra fía" fue un conflicto directo, no militar, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Estos dos países, aliados durante la Segunda Guerra Mundial, al finalizar la guerra conformaron dos bloques enfrentados. Uno de estos bloques, el capitalista, liderado por los Estados Unidos; y el otro bloque, el comunista, liderado por la Unión Soviética.
Este conflicto afectó también a los países que dependían de una u otra manera de las dos potencias.





miércoles, 4 de diciembre de 2013

RECIBIMOS UNA VISITA MUY ESPECIAL... ENRIQUE ORTEGA

El señor Enrique Ortega nos regaló una maravillosa conferencia que disfrutamos mucho!!!!
Aprendimos técnicas de cálculo mental geniales!!!!

NOS DEJÓ VARIOS CONSEJOS PARA ESTUDIAR:
-  Leer para aprender
- Asociar
-Visualizar
-Reiteración creativa
- Buscar ejemplos
- Salud mental.
- Razonar
- No memorizar mecánicamente


  
¡¡¡MUCHAS GRACIAS
ENRIQUE!!!!!

La evolución de las especies...

Durante los primeros años de su estancia en Down, Darwin completó la redacción de sus trabajos sobre temas geológicos y se ocupó también de una nueva edición de su diario de viaje, que en un principio había aparecido formando parte de la obra publicada por Fitzroy sobre sus expediciones; en las notas autobiográficas que redactó en 1876 (reveladoramente tituladas como Recollections of the Development of my Mind and Character), Darwin reconoció que «el éxito de este mi primer retoño literario siempre enardece mi vanidad más que el de cualquier otro de mis libros». De 1846 a 1854 Darwin estuvo ocupado en la redacción de sus monografías sobre los cirrípodos, por los que se había interesado durante su estancia en las costas de Chile al hallar ejemplares de un tipo que planteaba problemas de clasificación. Esos años de trabajo sirvieron para convertirlo en un verdadero naturalista según las exigencias de su época, añadiendo al aprendizaje práctico adquirido durante el viaje la formación teórica necesaria para abordar el problema de las relaciones entre la historia natural y la taxonomía. Además, sus estudios sobre los percebes le reportaron una sólida reputación entre los especialistas, siendo premiados en noviembre de 1853 por la Royal Society, de la que Darwin era miembro desde 1839.
A comienzos de 1856 Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies. Darwin emprendió entonces la redacción de una obra que, aun estando concebida a una escala tres o cuatro veces superior de la que luego había de ser la del texto efectivamente publicado, representaba, en su opinión, un mero resumen del material recogido al respecto. Pero, cuando se hallaba hacia la mitad del trabajo, sus planes se fueron al traste por un suceso que precipitó los acontecimientos: en el verano de 1858 recibió un manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una teoría de la evolución por selección natural, que coincidía exactamente con sus propios puntos de vista. El texto, remitido desde la isla de Ternate, en las Molucas, era obra de Alfred Russell Wallace, un naturalista que desde 1854 se hallaba en el archipiélago malayo y que ya en 1856 había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de especies nuevas con el que éste se sintió ampliamente identificado. En su nuevo trabajo, Wallace hablaba como Darwin, de «lucha por la existencia», una idea que, curiosamente, también le había venido inspirada por la lectura de Malthus. Darwin puso a Lyell en antecedentes del asunto y le comunicó sus vacilaciones acerca de cómo proceder respecto de la publicación de sus propias teorías, llegando a manifestar su intención de destruir sus propios escritos antes que aparecer como un usurpador de los derechos de Wallace a la prioridad. El incidente se saldó de manera salomónica merced a la intervención de Lyell y del botánico Joseph Dalton Hooker, futuro director de los Kew Gardens creados por su padre y uno de los principales defensores de las teorías evolucionistas de Darwin, con quien le unió una estrecha amistad desde 1843. Siguiendo el consejo de ambos, Darwin resumió su manuscrito, que fue presentado por Lyell y Hooker ante la Linnean Society el 1 de julio de 1858, junto con el trabajo de Wallace y con un extracto de una carta remitida por Darwin el 5 de septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray, en el que constaba un esbozo de su teoría. Wallace no puso nunca en cuestión la corrección del procedimiento; más tarde, en 1887, manifestó su satisfacción por la manera en que todo se había desarrollado, aduciendo que él no poseía «el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie».
Tras el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones por lo que a la publicidad de sus ideas se refería y abordó la tarea de reducir la escala de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto antes a la imprenta; en «trece meses y diez días de duro trabajo» quedó por fin redactado el libro On the Origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, del que los primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de noviembre de 1859. Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la selección natural facultades hasta entonces reservadas a la divinidad, fueron causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición, capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes había acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje. En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of Science que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel Wilberforce en calidad de portavoz del partido de Owen ridiculizó con brillante elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una contundente réplica por parte de Thomas Henry Huxley, zoólogo, que fue el principal defensor ante la oposición religiosa de las tesis de Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog. A la pregunta de Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el testimonio de Lyell: «Estaría en la misma situación que su señoría».
Darwin se mantuvo apartado de la intervención directa en la controversia pública hasta 1871, cuando se publicó su obra The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, donde expuso sus argumentos en favor de la tesis de que el hombre había aparecido sobre la Tierra por medios exclusivamente naturales. Tres años antes había aparecido su estudio sobre la variación en animales y plantas por los efectos de la selección artificial, en el que trató de formular una teoría sobre el origen de la vida en general («pangénesis»), que resultó ser la más pobre de sus aportaciones a la biología. En 1872, con The Expression of the Emotions in Man and Animals, obra seminal de lo que luego sería el estudio moderno del comportamiento, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas investigaciones en el campo de la botánica.
A finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos y falleció a consecuencia de un ataque al corazón el 19 de abril de 1882.

Charles Darwin

Charles Robert Darwin nació en Sherewsbury el 12 de febrero de 1809. Fue el segundo hijo varón de Robert Waring Darwin, médico de fama en la localidad, y de Susannah Wedgwood, hija de un célebre ceramista del Staffordshire, Josiah Wedgwood, promotor de la construcción de un canal para unir la región con las costas y miembro de la Royal Society. Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, fue también un conocido médico e importante naturalista, autor de un extenso poema en pareados heroicos que presentaba una alegoría del sistema linneano de clasificación sexual de las plantas, el cual fue un éxito literario del momento; por lo demás, sus teorías acerca de la herencia de los caracteres adquiridos estaban destinadas a caer en descrédito por obra, precisamente, de su nieto. Además de su hermano, cinco años mayor que él, Charles tuvo tres hermanas también mayores y una hermana menor. Tras la muerte de su madre en 1817, su educación transcurrió en una escuela local y en su vejez recordó su experiencia allí como lo peor que pudo sucederle a su desarrollo intelectual. Ya desde la infancia dio muestras de un gusto por la historia natural que él consideró innato y, en especial, de una gran afición por coleccionar cosas (conchas, sellos, monedas, minerales) el tipo de pasión «que le lleva a uno a convertirse en un naturalista sistemático, en un experto, o en un avaro».
En octubre de 1825 Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina por decisión de su padre, al que siempre recordó con cariño y admiración (y con un respeto no exento de connotaciones psicoanalíticas); la hipocondría de su edad adulta combinó la desconfianza en los médicos con la fe ilimitada en el instinto y los métodos de tratamiento paternos. Sin embargo Darwin no consiguió interesarse por la carrera; a la repugnancia por las operaciones quirúrgicas y a la incapacidad del profesorado para captar su atención, vino a sumarse el creciente convencimiento de que la herencia de su padre le iba a permitir una confortable subsistencia sin necesidad de ejercer una profesión como la de médico. De modo que, al cabo de dos cursos, su padre, dispuesto a impedir que se convirtiera en un ocioso hijo de familia, le propuso una carrera eclesiástica. Tras resolver los propios escrúpulos acerca de su fe, Darwin aceptó con gusto la idea de llegar a ser un clérigo rural y, a principios de 1828, después de haber refrescado su formación clásica, ingresó en el Christ's College de Cambridge.

Una nueva vida

Pero en Cambridge, como antes en Edimburgo y en la escuela, Darwin perdió el tiempo por lo que al estudio se refiere, a menudo descuidado para dar satisfacción a su pasión por la caza y por montar a caballo, actividades que ocasionalmente culminaban en cenas con amigos de las que Darwin conservó un recuerdo -posiblemente exagerado- como de auténticas francachelas. Con todo, su indolencia quedó temperada por la adquisición de sendos gustos por la pintura y la música, de los que él mismo se sorprendió más tarde, dada su absoluta carencia de oído musical y su incapacidad para el dibujo (un «mal irremediable», junto con su desconocimiento práctico de la disección, que representó una desventaja para sus trabajos posteriores).
Más que de los estudios académicos que se vio obligado a cursar, Darwin extrajo provecho en Cambridge de su asistencia voluntaria a las clases del botánico y entomólogo reverendo John Henslow, cuya amistad le reportó «un beneficio inestimable» y que tuvo una intervención directa en dos acontecimientos que determinaron su futuro: por una parte, al término de sus estudios en abril de 1831, Henslow le convenció de que se interesase por la geología, materia por la que las clases recibidas en Edimburgo le habían hecho concebir verdadera aversión, y le presentó a Adam Sedgwick, fundador del sistema cambriano, quien inició precisamente sus estudios sobre el mismo en una expedición al norte de Gales realizada en abril de ese mismo año en compañía de Darwin (treinta años más tarde, Henslow se vería obligado a defender al discípulo común ante las violentas críticas dirigidas por Sedgwick a las ideas evolucionistas); por otra parte, lo que es aún más importante, fue Henslow quien le proporcionó a Darwin la oportunidad de embarcarse como naturalista con el capitán Robert Fitzroy y acompañarle en el viaje que éste se proponía realizar a bordo del Beagle alrededor del mundo.
En un principio su padre se opuso al proyecto, manifestando que sólo cambiaría de opinión si «alguien con sentido común» era capaz de considerar aconsejable el viaje. Ese alguien fue su tío -y futuro suegro- Josiah Wedgwood, quien intercedió en favor de que su joven sobrino cumpliera el objetivo de viajar que Darwin se había fijado ya meses antes, cuando la lectura de Humboldt suscitó en él un deseo inmediato de visitar Tenerife y empezó a aprender castellano y a informarse acerca de los precios del pasaje. El 27 de diciembre de 1831 el Beagle zarpó de Davenport con Darwin a bordo y dispuesto a comenzar la que él llamó su «segunda vida», tras dos meses de desalentadora espera en Plymouth, mientras la nave era reparada de los desperfectos ocasionados en su viaje anterior, y después de que la galerna frustrara dos intentos de partida. Durante ese tiempo, Darwin experimentó «palpitaciones y dolores en el corazón» de origen más que probablemente nervioso, como quizá también lo habrían de ser más tarde sus frecuentes postraciones. Sin saberlo, Darwin había corrido el riesgo de ser rechazado por Fitzroy, ya que éste, convencido seguidor de las teorías fisiognómicas del sacerdote suizo Johann Caspar Lavater estimó en un principio que la nariz del naturalista no revelaba energía y determinación suficientes para la empresa.

Calificaciones de exposiciones orales

Nombre
Dominio del tema
Oralidad
Aporte de material
Aporte al grupo
Total
Valeria  López
MBSTE
STEMB
STEMB
MB
MBSTE
Milagros Cabrera
STEMB
MB
STE
STEMB
STEMB
Mariana Romero





Sofía Caldas
MBSTE
MBSTE
MBSTE
MBSTE
MBSTE
Natalia  Arévalo





Brisa  Ávila
STE
MBSTE
MBSTE
MB
MBSTE
Lucía  Sosa
MB
MBSTE
STEMB
MB
MBSTE
Camila Márquez
MB
MBSTE
STEMB
MB
MBSTE
Valentina González





Lucía Castillo





Damaris Jorges





Luana Ávalos
STE
STE
STEMB
STE
STE
J Miguel Menéndez
BMB
MB
MBSTE
MBSTE
MB
Luciano  Rosa
MB
MBSTE
STEMB
MB
MBSTE
Adrián  Costa





Agustín  Martínez
STE
STEMB
STEMB
MBSTE
STEMB
Benjamín Vique





Brayan  Rodríguez





Diego  Tellechea





Federico  Sánchez





Alejandro  Mederos
STE
STEMB
STEMB
STEMB
STEMB
Juan I. Rodríguez
STEMB
MBSTE
MB
MBSTE
MBSTE
Marcelo  Olivera
MBSTE
MBSTE
MB
MB
MBSTE
Daniel  Techera





Matías  Camejo
MBSTE
MBB
MB
MB
MB
Alexis  Abreus





Nahuel  Martínez





Alexander  Techera





Nicolás Díaz